Encuentro de veteranos 50 Aniversario

Historia viva de la cooperativa

Los veteranos de la cooperativa –algunos de ellos fundadores o hijos de fundadores- se reunieron el pasado día 15 de febrero en la sede de Leganés para recordar los comienzos y la trayectoria de la entidad a la que han dedicado lo mejor de su vida profesional.

Diez fueron los que en torno a una mesa, acompañados de una buena parte del actual Consejo Rector y del gerente, compartieron los hitos y anécdotas que conforman los 50 años de historia de la cooperativa.

En casa de Alberto González

Todo comenzó con la inquietud de un pequeño grupo de ferreteros de la capital por conocer el movimiento cooperativo incipiente que estaba tomando cuerpo en la comunidad valenciana y en Asturias surgido como respuesta al puño de hierro con el que los almacenistas de entonces controlaban el mercado de ferretería.

Contaba Alberto González, hijo de uno de los socios fundadores, cómo su padre contactó con el grupo de ferreteros asturianos que habían creado Cofedas y cómo su presidente, “don Arturo”, se comprometió a ayudarles a montar una cooperativa de ferretería en Madrid.

Con ese apoyo y la ilusión y empuje de una docena de colegas, se creó Comafe (Cooperativa madrileña de ferreteros). “La primera reunión se hizo en el salón de mi casa”, recordaba Alberto que, por entonces era un joven que aprendía el oficio en la ferretería familiar. Hacía frio en la calle, corrían los últimos días de enero de 1968.

Allí se elige como primer presidente a Antonio Hernández Lázaro, que era concejal del ayuntamiento de Villaverde y se movía bien en ambientes oficiales por su condición de falangista. Alberto González padre fue elegido como vicepresidente.

Funciona el boca a boca

En pocas semanas, boca a boca, corre por Madrid, como la pólvora, la constitución de la cooperativa. Los nombres de la Peña, Moro, Roncero, Jara, ferreteros de renombre en la capital sirven como gancho para que otros muchos, más jóvenes como Nicolás Velasco, Vicente Peláez, Martín Irisarri, Julio Cerezo, Emilio Benítez y otros, se sumen a la iniciativa. En un mes eran ya más de 20 y en pocos meses más, superaban la cifra de 50.

La acción de los representantes multicartera, que hablaban bien del proyecto, animó a unos; así entró Julio Cerezo. La propia actividad de los socios, que hablaban directamente con ferreteros próximos, a otros muchos. Recuerda Vicente Peláez que en su barrio; Usera, había una docena de ferreterías y cómo Portillo, que todavía es socio, y Emilio Benítez, “con el que me une desde entonces una gran amistad”, se incorporaron por las gestiones que él hizo.

Alberto González cuenta que, sin embargo, no todos vieron claro el tema. Recuerda, por ejemplo, cómo a Ferretería Venecia no le pareció interesante el proyecto. Y cómo, luego, al cabo de pocos años, hizo todo lo posible por entrar en la cooperativa, pero “entonces era tarde, porque ya teníamos socios en la misma zona”.

Algunos de los grandes ferreteros de entonces: Redondo y García, Fuencarral, del Portillo, Calvo, “nos consideraban poco menos que una panda de mindundis comunistas que querían cambiar las cosas, pero a los que no nos daban ni un año de vida” contaban a la limón Alberto González y Nicolás Velasco,

Para Inmaculada Jara, hija de uno de los fundadores, Jesús Gómez Jara –que fue presidente de la cooperativa durante 8 años- “lo que hay que destacar es el punto de generosidad de las 12 personas que fundaron Comafe, que abrieron las puertas de par en par al resto de ferreteros de Madrid. Esa actitud hizo que el número de socios creciera como la espuma”.

El primer almacén

Inmediatamente se alquila un almacén en la zona de Embajadores, en la calle Eugenio Sellés. Era un local pequeño, de unos 200 metros cuadrados, en el que se hacía de todo. Se almacenaba la mercancía, se recibía a proveedores, se hacían albaranes, se abrían los paquetes, se colocaban en las estanterías, se limpiaba el local. Los pioneros se pasaban horas y horas allí. Recuerda Inmaculada cómo “mi padre cerraba la tienda sobre las 9 de la noche y se iba a la cooperativa. Allí se pasaba horas y volvía a casa a las 2 o las 3 de la mañana. Un día tras otro”.

Enseguida, el local se queda pequeño y se coge otro en la calle Embajadores 123, en una antigua cochera de la EMT.  Por entonces, primeros setenta, se produce la primera gran crisis, cuando se detecta que, en connivencia con algún empleado, algunos socios distraen mercancía del almacén. Se echa al gerente y entra de presidente, Vivancos, al parecer un hombre de fuerte carácter que contribuye a poner las cosas en su sitio. Eso sí, como recuerda Emilio Benítez, “todos los socios tuvimos que aflojar la bolsa y avalar con nuestros bienes para restablecer el equilibrio patrimonial. Tuvimos que reunirnos de urgencia y estar toda una noche viendo cada detalle y buscando soluciones. Poco antes del amanecer conseguimos ajustar todo para seguir adelante”. En palabras de Martín Irisarri, “todos esos avatares y la capacidad de superarlos nos hizo más fuertes, porque nos enseñó a funcionar mejor”

Crecimiento imparable

A pesar de los problemas, el crecimiento de Comafe es imparable. En tres años se superan los 80 socios y se decide adquirir un almacén en la calle Severo Ochoa, del polígono industrial Nuestra Señora de Butarque, de Leganés, cuyas obras dirige el hijo de uno de los socios, Cobos, y el padre de Alberto González. Eran más de 3.500 metros de superficie, que permitieron dar un impulso a la cooperativa.

Impulso que se consolida e incrementa después con el dúo Jesús Gómez Jara-Antonio Valverde. El primero, como presidente, inculcó un verdadero espíritu cooperativo y promovió una forma de llevar Comafe de forma más profesionalizada. El segundo, presentado a Jara por un socio de la cooperativa, Antonio Bazaga, era un experto en cooperativas de viviendas. Sin saber nada de ferretería fue capaz, en poco tiempo, de darle un giro enorme a la organización y cambiar la historia.

Este dúo, sustentado en un Consejo Rector potente y alineado con el bien común de los socios, cambió para siempre el estatus de la cooperativa. Comafe pasó a ser una empresa con todas las de la ley, con una estructura profesional potente, una estrategia empresarial bien definida y unas instalaciones capaces de dar el servicio que el socio necesitaba.

Es unánime el reconocimiento de todos los presentes en la reunión a la labor de ambos.

ferrCASH

En la década de los ochenta, la cooperativa tiene la visión de abrir ferrCASH, un “cash & carry” de uso exclusivo para ferreteros que atraerá a cientos de comerciantes de la Comunidad de Madrid, Castilla La Mancha, Castilla León e incluso Extremadura y se convertirá, con el paso de los años, en el principal cliente de Comafe. También será el origen de la cadena de ventas voluntaria ferrCASH que, hoy día, tiene más de 300 tiendas asociadas.

En el momento de su inauguración, Antonio Valverde, en declaraciones a una revista sectorial, avanzaba que ferrCASH ofrecía “una importante variedad de productos a precios muy interesantes, en algunos casos a precios de fábrica, debido, sobre todo a que las ventas son siempre al contado”. La oferta se componía de 15.000 referencias de las principales familias ferreteras: menaje, electricidad, herramientas, fijaciones, tornillería, jardinería, etc. El éxito del proyecto obligó a ampliar las instalaciones en poco tiempo.

Instalaciones de Rey Pastor

A mediados de los ochenta, Comafe iba viento en popa y a toda vela. El almacén de Severo Ochoa se quedó pequeño y, bajo la presidencia de Nicolás Velasco, se decide adquirir un solar en el mismo polígono industrial de Leganés, con una superficie de 25.000 metros cuadrados, en el que se construye un almacén de 15.000 metros -con una altura de cerca de 10 metros- y 1.500 de oficinas,. La cooperativa contaba entonces con 103 socios y su volumen de compras superaba los 2.000 millones de pesetas.

Con la inauguración de las nuevas instalaciones, en la primavera de 1989, Comafe entraba anticipadamente en el siglo XXI y se convertía en referencia para el resto de cooperativas de ferretería. Todos los veteranos valoran casi 30 años después el enorme cambio que supuso para la cooperativa y los socios el paso a las instalaciones de la calle Rey Pastor. Nicolás Velasco recordaba que Valverde quería comprar el solar completo –de unos 35.000 metros- pero que él optó por la prudencia. “Yo veía que muchos socios podían hacer frente al proyecto completo pero, otros, no. Y opté por que todos tuvieran oportunidad de participar sin asfixiar a ninguno. Hoy, tengo que decir que me arrepiento de no haber hecho caso a Antonio, pero entonces las cosas fueron así”.

Buenos presidentes y buenos consejos

Para Martín Irisarri, “la cooperativa tuvo mucha suerte de contar con dos buenos presidentes –Jara y Velasco- que sumaron los 20 mejores años de nuestra historia”. Alberto González añadió que es verdad pero que “también fue importante que los consejos rectores que los eligieron tuvieran la visión para hacerlo y para respaldar los proyectos que se acometieron entonces”. Vicente Peláez recordó “lo voluntariosos que fueron todos, teniendo en cuenta que ninguno tenía –teníamos- estudios superiores, pero sí unas ganas enormes de hacer las cosas bien y en bien de todos los socios”.

Y un gran gerente como Antonio Valverde. Todos le recuerdan como alguien que vivía por y para la cooperativa. Nicolás Velasco, que compartió sus doce años de presidencia con él, dice que “había que pararle. Antonio siempre quería ir más allá, con nuevos proyectos, siempre pensando en la cooperativa y en sus socios. Fue un gran gestor y un gran apoyo para mí”.

Después de unos años difíciles coincidiendo con el cambio de siglo, con presidentes y consejos grises, según los veteranos asistentes a la reunión, la cooperativa vive una nueva etapa de proyección positiva a partir de la formación de un nuevo Consejo Rector más joven y comprometido presidido por Oscar Madrid y con la gerencia de Alfredo Díaz. Seis años después, -José Horcajo sustituyó como presidente a Oscar Madrid-  la cooperativa entra en su 50 aniversario con unas cuentas saneadas y grandes expectativas de futuro basadas en ambiciosos y potentes proyectos de modernización y transformación.

Julio Cerezo y Emilio Benítez, por ejemplo, coinciden en que “hemos acertado con el presidente y el gerente”. Nicolás Velasco, apunta que “desde fuera de la cooperativa veo ahora otro color, más ilusión y dinamismo”. Víctor Peláez, le da un 8, “aunque siempre hay cosas que tenemos que mejorar, por supuesto”.

El valor de las cosas

Casi al final del encuentro, se genera un interesante debate en torno al precio de los productos y la formación de los empleados de ferretería. Respecto al precio de los productos, Martín Irisarri argumenta que “la pela siempre será la pela, y que hay socios que compran por fuera porque encuentran precios más baratos que en la propia cooperativa”. Antonio Aguilera apunta, sin embargo, que “hay factores más allá del precio que hay que valorar cuando perteneces a una cooperativa: stock permanente, disponibilidad inmediata del producto, servicio de reparto en 24 horas, promociones, etc.”

En cuanto a la formación de los empleados, el debate se instala en lo difícil que es formar a alguien “cuando hablamos de decenas de miles de referencias”. Martín Irisarri recuerda que “si no tienes en la tienda profesionales que sepan asesorar a los clientes en cualquiera de las familias de productos que vendemos, estás perdido. Porque pierdes el valor diferencial que te da la prescripción”. Isaac Sánchez-Filio insiste en la necesidad de que el propietario de la ferretería “dedique tiempo a trasmitir a los nuevos empleados todo lo que él sabe. Para eso hay que tener ganas, sabiduría y paciencia. A él le enseñó su padre y él ha trasmitido a sus hijos todo lo que sabía.

Un ejemplo a seguir

Algunos ya jubilados y fuera del negocio de ferretería, otros todavía al frente de sus empresas, todos más allá de los setenta y tantos u ochenta años, es reconfortante ver que mantienen intacto el espíritu cooperativo, su interés por la ferretería y las ganas de aportar ideas para mejorar Comafe en particular y el sector en general.

Hablan con ilusión de sus hijos. “Mejor preparados que nosotros”, dice Vicente Peláez. Ana María García recuerda cómo su hija “desde pequeñita iba a ayudarnos a mi marido y a mí. Hoy es ella la que lleva la batuta y la que decide qué hacer o no”. “Ahora tienen carrera universitaria, saben idiomas y están más viajados que nosotros”, añade Martín Irisarri.

Pero ellos, los veteranos, los fundadores y los que han mantenido alto el pabellón de la ferretería y de la cooperativa son el ejemplo a seguir para los jóvenes que vienen detrás.

Participantes

  • Alberto González
  • Ana María García
  • Antonio Aguilera
  • Emilio Benítez
  • Inmaculada Jara
  • Isaac Sánchez-Filio
  • Julio Cerezo
  • Martín Irisarri
  • Nicolás Velasco
  • Vicente Peláez

Consejo Rector

  • José Horcajo
  • Miguel Cavero
  • Jorge Sánchez López-Prisuelos
  • Cesar Moraga

Gerencia

  • Alfredo Díaz

Moderación

  • Juan Manuel Fernández

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